Bushnell y Baer: el Genesis de los videojuegos modernos
Nadie puede imaginarse el mucho sin videojuegos. Tal vez ya no es como antes, cuando todos queríamos un Xbox 360 o nos impresionábamos con aquellos que compraron un Wii, pero aún son usados en nuestros indispensables teléfonos inteligentes y poderosas computadoras. Algunos de ellos son muy complejos, como “God of war” o “The last of us”, sencillos pero millonarios, como Overwatch o Fortnite, o baratos y simples, hechos por algún estudiante en su laptop que apenas puede correr Unity. Pero hubo un momento en el que nada de esto existió y dos personalidades hicieron que todo lo que nos divierte en la actualidad fuera posible. Hablo de Nolan Bushnell y Ralph Baer de Atari y Magnabox respectivamente.
Muchos no lo saben, aunque otros lo intuyen, pero los videojuegos tienen su origen en el final de la Segunda Guerra Mundial. Era de esperarse, pues Turing siempre trabajó en la capacidad de razonamiento de las maquinas. Pero, como también es de esperarse, eran simples y aparatosas. A veces hacían uso de pantallas de radares para mostrar sus graficas tan arcaicas. De ese modo llegó un programa que jugaba ajedrez en un conjunto de máquinas enormes, un juego llamado “OXO”, de 1952, en donde se podía jugar Gato (Ya saben, el de las X y las O’s en un #), pero los verdaderos juegos primigenios fueron “Tenis for two” (1958), “Mouse in the Maze” (1959-1961), y “Spacewar!” (1961).
Aunque algunos dicen que el verdadero primer videojuego fue un dispositivo de entretenimiento de tubos de rayos catódicos que, usando circuitos analógicos, simulaba misiles en una pantalla de radar. La patente fue mostrada en 1947, antes que todos los demás.
Todos éstos tenían varios aspectos en común: eran experimentos o accidentes de programación; partían de conceptos muy básico; eran más analógicos que digitales; y sólo estaban disponibles para su uso y estudio en universidades.
Y aquí es donde aparecen Baer y Bushnell, cada uno por su lado, sin conocerse, pero igual de importantes en la historia. Ambos pensaron en llevar estos sistemas de entretenimiento a los televisores con una versión simplificada de “Tenis for two”.
Baer la llevó a la compañía Magnavox, de televisores, con la intención de crear una plataforma casera en la que se pudiese usar los gráficos para hacer rebotar un cuadro de lado a lado de la pantalla. Esta compañía, después de varias negociaciones y estudios de mercado, decidieron venderla en 1972 bajo el nombre de Odyssey. Seis meses después, Bushnell y Ted Dabney pusieron a la venta “Computer Space” y “Galaxy Game”, ambas basadas en “Spacewar!”, pero con la característica de que podían ser usadas con monedas y estaban destinadas a lugares de recreación.
El contacto entre Baer y Bushnell llegó hasta que los en los bares apareció una maquina dentro de un gran gabinete, con una pantalla de televisión encima y un par de perillas en un panel frontal; llevaba el nombre “Pong”. La gente conoció las dos barras blancas en un fondo negro que suben y bajan en ambos extremos de la pantalla, haciendo rebotar el cuadro que simula ser la bola con un marcador encima.
Nadie lo conocía en ese entonces, excepto Magnabox y Ralph Baer. Aunque hay que aclarar algo muy importante, no hubo ninguna batalla legal (hasta mucho, mucho después) porque en ese tiempo, la circuitería, y por lo tanto la programación, no podían tener derechos de autor. Sí hubo peleas en la prensa y se culparon de robo industrial, pero nunca pasó nada más porque ambos habían usado “Tenis for Two” como base.
La historia podría decir quien ganó: Bushnell hizo que Atari se volviera una compañía multimillonaria, y Magnabx, con el Odyssey, no se recuerdan en ningún sentido. Sin embargo, Ralph Baer es considerado el padre de los videojuegos y ha recibido cientos de reconocimientos por sus avances en la programación.
Es una historia similar a la de Jobs y Wozniak (incluso Bushnell fue jefe de uno de ellos, adivinen de cual), pero con la variante de que nunca recibieron el cariño de sus consumidores. Baer, a pesar de su reconocimiento académico, quedó en el anonimato y muchos no recordaban su nombre hasta su muerte en diciembre del 2014. Mientras que Bushnell es conocido por ser quien permitió que Warner comprara Atari y la hundiera como al Titanic, y la dejara más radiactiva que Chernóbil y Fukushima juntas.