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Veinte años de leyenda


Hace veinte años estábamos maravillados por los gráficos tridimensionales y los modelos creados por polígonos que nos presentaron el PlayStation 1 y el Nintendo 64, fue una gran época para los juegos de video y, personalmente, fue la generación que me recibió con los brazos abiertos. Aunque era muy pequeño para entenderlo, recuerdo las horas que pasaba viendo a mi tío jugar Mario 64, Vagrant Story, La Momia y Star Fox, pero hay uno que sobresale, y que ha estado conmigo por veinte de mis veintiún años: The Legend of Zelda: Ocarina of Time


Hace veinte años vimos el nacimiento de esta obra maestra. La saga daba su salto al mundo tridimensional y conocimos a un nuevo Link, un niño de diez años que vivía en el bosque Kokiri.


Ocarina of Time es un juego muy importante para los fans de Zelda. Durante los primeros años, la saga no estaba planeada para tener un seguimiento de hechos que cuadrara con el juego siguiente o el anterior. Fue hasta Ocarina of Time que Eiji Aonuma decidió cambiar esto y mediante la dirección de este título nos entregó lo que ahora es el punto clave de la historia de The Legend of Zelda.

Link es solo un niño en un bosque mágico y cuando finalmente un hada llega a él no es exactamente para facilitar su vida. Él, sin saber lo que le espera sigue las instrucciones de Navi y el árbol Deku, conoce a Zelda y ve por primera vez a Ganondorf. Eso que empezó como un favor para ayudar al dios del bosque pronto se convirtió en una aventura para salvar el mundo entero.


Link y Navi vivieron muchas aventuras juntos; atravesaron bosques, exploraron cuevas, visitaron las entrañas de un pez gigante e incluso viajaron en el tiempo.


Estaba destinado a ser el alma del héroe elegido por la espada, pero era muy joven para cumplir ese papel. Por eso, ante la inminente amenaza, Link fue encerrado junto a la Espada Maestra durante siete años, siete años en los que Ganondorf se apoderó del reino entero y lo convirtió en un lugar frío y lleno de monstruos. Zelda estaba pérdida, el mal seguía expandiéndose por el mundo y no había quien le hiciera frente al rey del mal, hasta el despertar del héroe.


La nueva misión de Link era reunir a estos sabios y pedir su ayuda para detener las ambiciones de Ganondorf. Pero ¿Cuál era el camino para lograrlo? “En un denso bosque, en una montaña gigante, en las profundidades de un lago, en la casa de los muertos y dentro de una diosa de arena” son las palabras con las que Sheik nos guía. Dos sabios lograron despertar, pero el resto sigue atrapado, esperando al héroe. Cinco sabios, uno de cada tribu del mundo. Saria en el bosque, la mejor amiga de Link; Darunia en el volcán, aquel que considera a Link uno más de sus hermanos; Ruto en Lago, la princesa Zora y prometida de Link; Nabooru en el desierto, la mujer al servicio de Ganondorf que pidió ayuda de Link aun cuando niño; e Impa en la casa de la muerte, la asistente de la princesa Zelda y aquella que le enseñó la melodía de la familia real a Link.


Al despertar a todos los sabios, una persona lo llamó al Templo del Tiempo. La persona por la que Link ha superado todos los retos, Zelda seguía viva, logró ocultarse y ayudar a Link mientras se hacía pasar por Sheik.


Ganondorf intentó obtener la Trifuerza hacía siete años, sin embargo, le fue imposible obtenerla. “Si el corazón de quien la toca es puro, el poder concederá el deseo que quiera, pero si el corazón de esta persona es malvado, el mundo se convertirá en un lugar frío y la trifuerza se separará en tres fragmentos que buscarán a las personas destinadas a portarla” Ganondorf solo pudo conservar la trifuerza del poder, mientras que la parte de la sabiduría le fue otorgada a Zelda y la pieza del valor eligió a Link como su portador. Para obtener los fragmentos restantes, Ganondorf secuestró a Zelda y retó a Link para ir y rescatarla.


A esta altura lo único que restaba era un duelo contra el maligno rey.


Los seis sabios crearon un puente para entrar al castillo de Ganondorf. Dentro, seis barreras mágicas detenían a nuestro héroe, una por cada sabio, con cada una de ellas bloqueada por el poder de los sabios. El camino estaba libre hacia la torre de Ganondorf, se escuchaba una melodía de órgano que aumentaba cuando más se acercaba Link, una vez frente a frente, los tres portadores de la trifuerza reunidos por primera vez en la historia.

Recuerdo ese momento: era la batalla final, el maligno rey contra el héroe del tiempo. Yo estaba emocionado la primera vez, sentía que yo era Link, que era yo quien estaba agitando la espada y esperaba el momento para disparar una flecha de luz. Y, al momento de enfrentar a Ganon en su forma de bestia, me sentía tenso. Me habían arrebatado mi espada y estaba rodeado por un anillo de fuego. Pero un rayo de luz detuvo a la bestia; Zelda logró conseguirme tiempo y pude recuperar mi arma. El poder de Zelda se desvaneció y comenzó el segundo asalto.


Link usaba las flechas de luz para cegar a la bestia y poder asestar un golpe. Pero su poder mágico no era eterno y en poco tiempo tuve que pasar a una batalla cuerpo a cuerpo. Finalmente logró caer de rodillas y la espada maestra comenzó a brillar. Ahora, con un golpe final, llevé al rey maligno a su fin, y con la ayuda de los siete sabios fue sellado dentro del reino maligno.


Link se había convertido en el héroe legendario destinado a salvar al mundo, y ahora que logró su cometido solo le quedaba regresar. Zelda también tenía el poder de un sabio y como tal, podía devolver a Link a su tiempo original, devolverle la vida que debía tener, la infancia que debía disfrutar y las aventuras que debía vivir, regresarlo a ser el niño que debía ser.


Han pasado veinte años desde el estreno de este juego, el que marcó un antes y después para los juegos de aventura, el que nos dio algo de que hablar y el que sería considerado el mejor juego de todos los tiempos. Claro que yo no lo amo por estos logros, de hecho, ni siquiera sé por qué lo amo. Solo sé que es el juego que ha estado conmigo desde que tengo memoria, es el juego que me introdujo a esta increíble saga y en general, el que me mostró el hermoso mundo que existe detrás de una pantalla.

Shigeru Miyamoto y Eiji Aonuma, creadores y directores de los diferentes juegos de Zelda. Sin embargo, al segundo es al que le debemos este juego.

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