Gracias, Nuevo Mundo.
Mi nombre es Kasumi Redfield. Soy cazadora de segunda generación, miembro de la quinta flota de la comisión de investigación y he pasado un año y medio en el nuevo mundo.
Mi padre, Aeron Redfield, fue un joven cazador que comenzó su aventura hace más de veinte años. Yo ni siquiera estaba planeada. Él defendió el viejo continente peleando contra dos monstruos en extremo poderosos: el Ivory Lagiacrus, una variante del Leviathan nativo del viejo mundo; y el Dire Miralis, un Elder Dragon legendario que, se dice, era inmortal.
Los años pasaron, mi padre siguió cazando hasta que una nueva amenaza apareció en el mundo. Un nuevo monstruo, poseedor de un extraño virus que afectaba a los demás, y a algunos cazadores, como el Gore Magala. Debo decir que, aunque ese dragón era una amenaza para el mundo, yo no estaría aquí de no ser por él. Mi madre, Akane Redfield, fue asignada al escuadrón de mi padre en una operación conjunta. De esta manera ellos enfrentaron a peligros incontables y exploraron territorios hostiles mientras la atracción los obligaba a confesar su amor. Así, después de evitar la amenaza de un Rusted Kushala Daora y un Gogmazios, ambos se comprometieron, colgaron las armas, dejaron aquello que los convirtió en héroes y formaron una familia. Eventualmente me recibieron en sus vidas como su única hija.
Crecí escuchando historias de una pareja imparable en el campo de batalla, veía las imágenes descritas por aquellos que presenciaron sus batallas, me preguntaba si ellos realmente eran mis padres. Hasta que a la edad de trece años les pregunté directamente. Ellos no lo negaron, me contaron todo lo que hicieron antes de conocerse y aún como pareja. Entonces decidí que continuaría con su legado; empecé a entrenar, aprendí a manejar las mismas armas que ellos usaron y finalmente fui aceptada en la quinta flota de la comisión de investigación a los dieciocho.
Durante este período no ocurrió ningún magno evento. Parecía que los monstruos habían aprendido a ignorarnos y nosotros aprendimos a respetar su territorio, pero existía un fenómeno que se repetía cada año sin fallar: Una migración masiva de Elder Dragons. No sabíamos a donde iban, jamás supimos si regresaban, ¿había algo que los llamaba?
Descubrimos la existencia de un nuevo continente más allá del océano, territorio inexplorado al que los Elder Dragons se dirigían cada año. La tercera flota fue asignada a una operación de reconocimiento, pero se perdió la comunicación y no pudieron regresar; por ello se le asignó a la quinta, ir en busca de sobrevivientes y completar la misión de nuestros antecesores. De esta manera partí al nuevo mundo llena de curiosidad y anhelo por ver lo desconocido. El día de partida, mis padres me despidieron en el muelle y me presentaron a mi compañero felino, Ko. Tenía el mismo nombre que los compañeros de mis padres e inmediatamente nos hicimos amigos.
Durante el viaje pude hablar con el resto de la flota, y conocí a mi encargada. Ella sería quien me ayudaría con el registro de misiones y tareas pendientes. Todo el barco estaba muy animado, estábamos bebiendo y divirtiéndonos cuando algo nos golpeó. Nuestra nave empezó a tambalearse y de pronto estábamos totalmente en vertical. Desde la cubierta pudimos ver una montaña de magma que se movía: era un monstruo gigante, más grande que el Dah'ren Mohran.
Destruyó nuestro barco y muchos cayeron al agua. Yo tomé la mano de mi encargada y logré sujetarme a un Mernos con el gancho de mi ballesta. Desde el aire pudimos ver al monstruo y a la distancia un enorme árbol en medio de una jungla. Creí que el Nuevo Mundo ahora estaba al alcance de nuestras manos hasta que el Mernos nos lanzó por el aire y aterrizamos en la jungla. El primer recuerdo que tengo de él es a la encargada y a mí huyendo de la batalla entre un Anjanath y un Gran Jagras antes de ser rescatadas y entrar a Astera, que es nuestro nuevo hogar hasta el momento.
Comenzamos a investigar en la jungla, encontramos rastros de muchas nuevas especies, entre ellas el Gran Jagras, el Pukei- Pukei, Tobi Kadachi, Kulu ya-ku y un depredador alfa, el Anjanath. Nuestra investigación empezó a dar frutos, encontramos rastros de Elder Dragon en la jungla y estos nos llevaron a las entrañas del continente, el yermo de agujas. Se me encargó escoltar a un grupo de escolares wyverianos en la recolección de materiales.
Todo marchaba bien hasta que una Rathian, un monstruo del viejo continente en el nuevo mundo nos atacó. Nada de qué preocuparse.
También encontramos rastros de otra especie del viejo mundo, el Barroth y una nueva especie semi acuática. Después de neutralizar a la Rathian pudimos acercarnos a una roca de magma en medio del desierto, donde conocí a un cazador de la primera flota que él vagaba por el mundo buscando lo mismo que nosotros, la razón por la que los Elder Dragons se sentían atraídos a este continente. Pregunté si volvería a Astera con nosotros, pero se negó, decidió continuar solo y dijo que, si nuestros objetivos eran claros, nuestro camino se cruzaría una vez más al final de esta historia. Volvimos a Astera, los escolares entregaron los materiales y se empezaron a investigar. Ahora podíamos seguirle el paso a la montaña de magma, el Zorah Magdaros.
Conociendo su rumbo, ideamos un plan para capturarlo en un cañón. Preparamos el equipo en una noche y a la mañana siguiente estábamos listos para pelear. Primero teníamos que debilitarlo rompiendo los núcleos de magma en su espalda para después inmovilizarlo con arpones de sujeción. Logramos detenerlo cuando apareció un nuevo monstruo, del tamaño de un Kushala Daora, de color negro y cubierto de púas tan duras como el acero. Logré retenerlo junto con un compañero de la primera flota, pero fue inútil, este Dragón nos quitó mucho tiempo, el suficiente como para que el Zorah Magdaros pudiera liberar sus ataduras. El dragón escapó y el Zorah siguió adentrándose en el continente.
Seguimos el cañón y llegamos a un altiplano de corales lleno de niebla, era imposible ver más allá de nuestros pies. Tratábamos de descender cuando una corriente de aire nos azotó y un nuevo depredador hizo su aparición; un wyvern volador con poderes de hielo rompió la superficie dónde estábamos y caímos hasta el fondo del lugar. Explorando encontramos un nuevo wyvern con la capacidad de producir un flash y aturdirnos, tuve que neutralizarlo para seguir nuestro camino, instalamos un campamento y una exploradora de la primera flota nos encontró. Nos llevó a la base de investigación donde nos presentamos con la líder de la tercera flota, quien nos pidió ayuda para obtener algunos materiales y seguir descendiendo en el altiplano.
Equipamos la unidad móvil con unidades voladoras y buscamos una grieta para poder bajar a las entrañas de los corales. Mi encargada y yo llegamos a un punto aislado donde pudimos plantar nuestro primer campamento y volver a subir al altiplano. Este nuevo lugar estaba cubierto por un extraño gas de aroma putrefacto, todo parecía estar en descomposición, veíamos huesos y algunos cadáveres en la zona, el lugar entero parecía un esqueleto gigante. Pude ver el cráneo de un Dalamadur, una serpiente gigante que mis padres enfrentaron poco antes de casarse. No era coincidencia que un Elder Dragon de ese tamaño también se viera atraído a este lugar. Después de recuperar el rastro del Zorah Magdaros, volvimos al altiplano solo para encontrar un Legiana atacando la base de investigación y un Odogaron husmeando en las provisiones de nuestro campamento.
La comisión puso especial atención en el valle putrefacto, todo lo que ahí había no era mera casualidad y nuestra compañera de la primera flota confirmó nuestras sospechas. El Valle es el lugar de descanso de los monstruos, no sólo los Elder Dragons, todos ellos sienten el final de su vida e intentan llegar a su última parada para convertirse en nutrientes para el mundo y su ecosistema. Pero el Zorah Magdaros no estaba por ningún lado, tampoco había rastro del dragón de color negro.
Volvimos a Astera con una nueva misión, encontrar a los primeros Wyverianos, habitantes antiguos del nuevo mundo. Encontrar uno de ellos fue relativamente sencillo, lo difícil fue convencerlos de nuestro valor, pues tuve que cazar a los depredadores alfa de la jungla, el Rathalos y del yermo de agujas, el Diablos. Después de eso, nos enteramos de que algo estaba llamando al Zorah Magdaros, no es que estuviera a punto de morir, algo quería la inmensa cantidad de energía que irradia y por la misma razón, el Nergigante se sentía atraído.
Nuevamente preparamos la operación, está vez con un objetivo diferente; guiar al Zorah Magdaros a mar abierto y lejos del nuevo mundo. Comenzamos de la misma forma que la primera operación y al igual que en esa ocasión, recibimos la visita del Nergigante, pero esta vez estábamos preparados y logramos repelerlo para centrar nuestra atención en debilitar al Zorah Magdaros. Finalmente, cuando nos acabamos la munición de cañón, solo hacía falta el golpe de gracia, activamos el Dragonator y el Zorah Magdaros cambió su rumbo en dirección al mar abierto. De esta manera logramos cortar el flujo de energía en las entrañas del nuevo mundo, pero aún no habíamos visto el final del Valle y el Nergigante seguía suelto, un Elder Dragon que se siente atraído por la energía era una amenaza. Así, la misión de la comisión de investigación se volvió la búsqueda y eliminación del Nergigante.
De regreso en Astera, presenciamos la llegada del Almirante cazador de la primera flota. Él estaba en una misión especial, explorando todo aquello que le fuera posible y dicha exploración le dejó un cristal brillante de color blanco y una incógnita sobre el lugar donde lo encontró.
Nuevamente en el altiplano, encontramos rastros de un nuevo monstruo. Nuestras luciérnagas tenían la misma reacción que con un Elder Dragon, pero jamás habíamos visto algo parecido, ni siquiera parecía algo perteneciente al Nergigante. Garras que segregaban un potente veneno y escamas duras de color rosa. Teníamos una leve sospecha de lo que podía significar, pero eran simples suposiciones. Su rastro nos llevó más allá del altiplano y mientras sobrevolábamos el lugar con los Mernos, recibimos una cálida bienvenida con bolas de fuego. Una Rathian apareció de entre la niebla, pero era diferente. Una Rathian Rosa, la primer Sub especie encontrada en el nuevo mundo. Las subespecies rompen el balance natural del ecosistema y no podíamos dejarla rondar por el mundo. Mi nueva misión era eliminarla.
Tras la eliminación de la Rathian, el Almirante pidió mi apoyo en una expedición a territorio desconocido. Seguimos el sendero que sería la ruta del Zorah Magdaros hasta llegar a una serie de túneles. Poco a poco empezaban a brotar minerales de las paredes y estas mismas se iluminaban, como si el cristal estuviera produciendo su propia energía para dar luz. Al salir de los túneles nos encontramos con un ecosistema totalmente diferente, parecía una roca gigante con enormes cristales brotando del suelo. Veíamos humo que probablemente significaba un río de magma fluyendo en algún lugar. Al adentrarnos encontramos lo que estábamos buscando, púas y piel de Nergigante, estábamos en su hábitat natural y ahora solo debíamos encontrarlo. Mientras explorábamos los alrededores también encontramos rastros de otros Elder Dragon, parecía ser un nido de estos. Mi encargada comenzó a correr hacia una cueva, la seguimos hasta que escuchamos un grito y rápidamente la alcanzamos, estábamos frente al Nergigante. Este rugió y empezó a atacarnos. Normalmente pelearía sin cuartel, pero esta vez tenía que proteger a mi encargada y salir de ahí. Tratamos de huir, pero el Nergigante nos bloqueaba todo escape, hasta que Ko apareció con varios bichos de luz y pudimos cegarlo con una cápsula. Conseguimos suficiente tiempo para que el Almirante se resguardara con mi encargada. Ahora Ko y yo nos encargaríamos de eliminar al Nergigante.
La bestia era fuerte y rápida. No podía creer que un dragón así existiera, pero aquí estaba peleando contra él. Finalmente lo dejé cojeando y se retiró a su nido, aproveché eso para curar mis heridas y afilar mis armas. Entramos al nido de la bestia para encontrarlo durmiendo, plantamos bombas a su alrededor y las explotamos, pero el Nergigante seguía con vida y nuevamente estábamos peleando, mis heridas empezaron a pasarme factura y Ko ya no podía ayudarme, decidí apostar mi última carta al entorno y lancé un cristal al techo, esto hizo caer cientos de fragmentos en forma de lanzas que atravesaron al Nergigante, dándole muerte.
Logré volver al campamento con ayuda de un Merno, y Ko. El Almirante y la encargada me ayudaron a volver a Astera. Ahora que el Lecho de los Ancianos estaba limpio, podíamos explorar a voluntad, el Almirante y los escolares se encargaron de eso mientras yo me recuperaba de la batalla. Mis padres se volverían locos si me vieran toda golpeada en este momento. Descubrimos restos de Elder Dragon en el nido del Nergigante, él se alimentaba de ellos. Un Elder Dragon que come Elder Dragons, llegó al nuevo mundo buscando un festín, él mantenía a raya a los otros Elder Dragon y ahora que ya no estaba, estos volverían a su comportamiento habitual. Nosotros tendríamos que eliminarlos. Pero aún había una pregunta en el aire: ¿Cómo un ecosistema completo se volvió una masa de energía tan grande para obligar a una criatura tan poderosa como un Elder Dragon a cambiar su hábitat natural?
De esa manera enfrenté a los mismos dragones que mis padres combatieron en sus años de juventud. Kushala daora, el dragón de Hierro. Teostra el infernal. Kirin, el relámpago de la muerte y una nueva especie de Elder Dragon endémica del nuevo mundo, cubierta de Miasma, criada en el fondo del Valle putrefacto, Vaal Hazak. Con la derrota del Vaal Hazak, un nuevo camino se abrió en las profundidades del valle, este conectaba con el Lecho de los Ancianos y se extendía hasta un rio subterráneo. Volví a Astera para reportar al comandante, pero ahí también estaban los cazadores de la primera flota. Nuestro objetivo ahora era claro y nuestro camino se entrelazó nuevamente. El Almirante, el cazador de la primera flota y yo fuimos enviados a seguir este rio y encontrar la fuente de energía en el Lecho.
En el túnel se podía sentir una inmensa cantidad de energía, era aplastante y sentía que podría desmayarme en cualquier momento. El río terminaba en una cueva de cristal, pero el túnel continuaba, al igual que nosotros. Al adentrarnos encontramos un área enorme llena de cristales blancos y fosforescentes, y en medio de todo, una esfera de color blanco azulado, como si de una estrella se tratara. Esa cosa había estado almacenando energía por muchos años, tal vez cientos, tal vez miles y tuvimos la mala fortuna de estar ahí en el momento que decidió liberarla. De la esfera empezaron a salir rayos de energía que rompían los cristales alrededor, nuestro amigo de la primera flota fue golpeado por uno y se colapsó. Un enorme dragón cayó de la esfera y el almirante rápidamente se adelantó a pelear para defender a su amigo, pero esto era trabajo para un cazador, era mi trabajo proteger a mis compañeros. Conseguí tiempo suficiente para que el almirante pudiera escapar con nuestro amigo de la primera y ahora solo éramos este dragón y yo en una pelea todo por el todo.
Su cuerpo irradiaba muchísimo calor y era difícil acercarse, pero no podía dejar que saliera del nido. No dejaría este nuevo mundo a su merced y si estaba frente a mi última batalla, sabía que mis padres estarían orgullosos por morir como una buena cazadora.
La batalla pasó a ser de resistencia pura, un dragón con energía ilimitada contra una niña cansada y herida. Estaba por desfallecer en el campo de batalla cuando el almirante apareció montando un Mernos junto con el resto de la comisión de investigación, todos juntos atacamos al dragón y logramos acabar con su vida.
Desperté tiempo después en mi habitación en Astera. El comandante nos reunió a todos al frente de la ciudad y nos felicitó por la hazaña de haber detenido a ese dragón. Nuestro reporte fue enviado inmediatamente al gremio y mientras esperábamos respuesta solo había una cosa por hacer… ¡Celebrar nuestro éxito con un banquete!
Recibimos respuesta pasada la media noche, esa criatura fue clasificada como una nueva especie de Elder Dragon, su nombre, Xeno’jiva. Nos agradecieron el trabajo realizado y nos invitaron a volver al viejo continente bajo nuestra voluntad. Pero también mencionaron que nuestra presencia en el nuevo mundo aún tenía mucho que ofrecer y estarían encantados si decidíamos permanecer aquí un poco más. Me encantaría volver a casa, ver a mis padres y contarles todo lo que viví. Pero al igual que ellos, soy una cazadora y dónde existan monstruos nuevos, peligrosos y fuera de control, ¡Ahí estaré! Por eso, el Nuevo Mundo es mi nuevo hogar.
Aún queda mucho por explorar. Apenas hemos rasgado la superficie del nuevo mundo, descubrimos una nueva área cubierta de oro y habitada por el Kulve Taroth, la reina dorada. Nos han atacado monstruos de otro mundo, como el Behemoth y el Ancient Leshen. Cada uno nos puso a prueba y al final salimos victoriosos.
Escribo esto porque dentro de poco zarparemos al continente de hielo con la misma curiosidad con la que zarpé al nuevo mundo.
Mi nombre es Kasumi Redfield, soy cazadora de segunda generación, miembro de la comisión de investigación y mi aventura en el nuevo mundo acaba de comenzar.