N7: el día de Mass Effect
N7, el día de más Effect es el día relacionado a videojuegos más nostálgico que puedo recordar. Fue uno de los primeros que llegó a mí sin ser parte de una moda. Algunos lo recomendaban, otros lo mencionaban como quien habla de “Cien años de soledad” aunque no lo haya leído jamás, y otros, aún menos, lo elogiaban. Era la época de “Halo”, esa breve era en la que Microsoft llevaba la delantera en la carrera por popularidad. Gears of War era el hit del momento, eso de lo que todos hablaban y quienes no lo jugaban eran relegados de la conversación principal. Eso les pasó a mis amigos y a mí. Carentes de dicha plataforma, sólo podíamos ver esos títulos si rentábamos un Xbox 360 en un local cercano a nuestra escuela.
Era mayo del 2012, siete meses antes de que se acabara el mundo, y nosotros, alumnos a punto de pasar a preparatoria, nos sentíamos dioses. Fue esa soberbia la que me impulsó a alejarme del grupo principal y pedir algo diferente. En ese momento quería un sabor nuevo, una embriagante aventura acorde a esa etapa por la que estaba pasando. Y ya que el dueño del local tenía una edición de colección de aquel titulo nuevo, se lo pedí. Fue así como por una hora, jugué “Mass Effect 3”.
No fue mucho; personalicé al comandante, tomé algunas decisiones de dialogo, pero ver a la Tierra siendo devastada fue suficiente para enamorarme y querer jugarlo para siempre. Aún tengo la memoria USB que me prestaron para guardar el progreso, y la guardo como reliquia de esa primera cita.
Después de eso, no pude jugarlo de nuevo, en especial porque ese local quedó fuera de mi rutina diaria. Tenía sólo un Nintendo 3DS, así que tuve que aceptar nuestra separación.
Años después, pude jugarlo en su versión de WiiU. Tal vez no fue la mejor, pero me sentí bastante satisfecho. Por ese juego, mis padres jamás sospecharon que esa consola era poco popular, creían que todos los jóvenes jugaban tanto como yo y que enloquecían a sus padres justo como yo lo hacía. Estaba totalmente obsesionado, embriagado y extasiado. Desbloqueé todo, conocí a cada personaje y visité cada destino disponible. Jamás entendí la problemática del final; fue un controversial berrinche de algunos fans. Ni siquiera comprendí dicho problema cuando jugué los otros dos títulos, pues todos parecían tener coherencia entre ellos y seguir el mismo esquema. Bioware había trabajado con cuidado y mucho empeño en terminar la aventura del (o la) comandante Shepard. Y lo mejor de todo fue que para mí, no fue el final de la historia, sino el inicio de un mundo tan grande como la galaxia recorrida por la Normandy.